El juego: un trabajo a tiempo completo para tu hijo
A través del juego, tu hijo descubre sus capacidades y las mejora…
Jugar es, por tanto, una actividad esencial para él, que le permite florecer desde todos los puntos de vista: emocional, intelectual y físico.
El juego adecuado a la edad apropiada
El juego es muy importante en el aprendizaje temprano, por lo que la elección de un juego, en función de la edad de tu hijo, pero también de su capacidad, merece ser meditada. Tu hijo perderá el interés por un juego demasiado fácil o demasiado difícil para él.
¿Cuáles son los juegos para cada edad?
Desde el nacimiento hasta los seis meses, a tu bebé le gusta especialmente jugar contigo, imitarte: incluso cuando es muy pequeño, de apenas unas semanas, si sacas la lengua, ¡le encantará sacarla a su vez!
Alrededor de los 6 meses, es la edad de los ataques de risa cuando le haces cosquillas. Le gusta cuando repites los mismos gestos (el animalito que sube y sube…) y luego hay una pequeña variación que desencadena su risa. Entonces, su interés se apaga: es necesario cambiar la interacción.
También le gusta observar el mundo que le rodea, es un juego en sí mismo para él: si le colocas en su pequeña tumbona, y cambias el lugar regularmente, está encantado de mirar a su alrededor lo que ocurre. Utiliza principalmente sus ojos y oídos, y empieza a atrapar todo lo que está a su alcance. Es la edad ideal para los sonajeros (que a veces reflejan la luz con espejos, tienen formas de colores y producen sonidos…). Le gustan especialmente las puertas o los móviles con los que puede jugar durante horas. Todos estos juguetes despiertan sus sentidos: tu bebé los observa con pasión, intenta tocarlos, los agarra, los sacude, se los mete en la boca, escucha los ruidos que hacen…
Estos juguetes sirven para realizar diversos experimentos: poco a poco, tu hijo se dará cuenta de que al mover un cascabel éste tintinea, se familiarizará con las formas y los colores, se dará cuenta de que al dejar caer el sonajero éste se cae…
Hasta los 9 meses, empieza a manejar sus juguetes cada vez mejor. Puede sujetarlas con más firmeza entre el pulgar y el índice (que forman una pinza) y, como resultado, se divierte jugando con ellas en todas las direcciones o pasándolas de una mano a otra. Una alfombra de juegos en su corralito, pequeños libros de tela, un juego de multiactividades, le permiten experimentar un poco más con las leyes de la física (si tira de su alfombra, acerca un objeto, si pulsa un botón, se abre una puerta, etc.).
En el baño, aprecia los pequeños libros de plástico, y todos los juguetes adaptados (los aspersores, los animales flotantes, etc.). Pero, por supuesto, le gusta especialmente jugar bajo tus ojos y aún mejor contigo. Le encanta la complicidad de vuestros juegos compartidos.
Hasta la edad de un año, tu hijo es estimulado por todo lo que puede manejar, en colores brillantes, formas y sensaciones. Manipula las formas y los colores, los cubos y los primeros ladrillos que se construyen le resultan especialmente atractivos.
Le gusta explorar el espacio que tiene a su disposición y descubre todo lo que puede hacer con su cuerpo: desplazarse, ponerse de pie, caminar con apoyo… Siente curiosidad por todo lo que observa a su alrededor: desde migas de pan hasta juguetes diversos como coches o personajes.
Le interesan las fotos y los cuentos muy cortos en un momento de ternura con sus padres.
Y, por supuesto, le encantan las canciones (sobre todo las que se cantan con los dedos, haciéndole cosquillas o saltando en su regazo. Le hacen tomar conciencia de las diferentes partes de su cuerpo y apelan a su sentido del equilibrio. Pero sobre todo, estos juegos representan un momento único de ternura y complicidad que le encanta compartir contigo.
Televisión
Hay que suprimirla porque la pantalla fascina al niño que ya no se mueve ni despierta las sensaciones de su cuerpo en movimiento.
Es una edad en la que el bebé se forma a sí mismo a partir de todas las experiencias que realiza gracias a las múltiples interacciones con su entorno (físico y humano). La repetición de un gesto hasta adquirirlo participa en la construcción de su autonomía y en la conciencia que adquiere de sí mismo y del mundo que le rodea.
Un contacto demasiado repetido y prolongado con el televisor o con un juego electrónico le vuelve pasivo.
Nada sustituye la complicidad que se crea entre el bebé y sus padres cuando juegan juntos.